Retos de los Smart Contracts
En pocas palabras, un Smart Contract o Contrato Inteligente es, en realidad, un protocolo o reglas programadas que se almacenan en Blockchain o “cadena de bloques”, la cual es definida como una base de datos distribuida para garantizar la seguridad y privacidad de las transacciones.
A pesar de la casuística desbordante y la gran cantidad de aplicaciones que podrían tener estos contratos, la mayoría de ejemplos terminan señalando como aspecto diferenciador y clave, la inexistencia de una tercera parte o intermediario, ya que éstos podrían llevar a cabo esa función de “supervisión” del tercero intermediario, sin que el control de la relación sea atribuida a ningún “tercero”.
Además, la tecnología Blockchain, utilizada en el caso de Smart Contracts, proporciona un carácter descentralizado e inmutable, lo que aporta una transparencia y seguridad oportunas a la relación entre pares. Sinceramente, cuando se habla de cosas nuevas, la postura es siempre muy optimista e idealizada.
No obstante, aunque “parezca oro todo lo que reluce”, los Smart Contracts se encuentran hoy en una fase incipiente o, por lo menos, en lo que a contratos inteligentes complejos y que resuelvan cuestiones cotidianas, de forma general, se refiere. Todavía irán a más. Y esto es así porque los mismos presentan una serie de retos que aún es necesario solucionar para que, desde la madurez, se puedan aportar soluciones innovadoras pero, sobre todo, seguras.
De forma no excluyente, algunos de los principales desafíos que deberán ir siendo matizados si realmente queremos que los contratos inteligentes puedan implementarse más temprano que tarde, y que más preocupan para la aceptación de dicha realidad, serían los siguientes:
- Contratos rígidos: Los Smart Contracts permiten la posibilidad de definición de situaciones objetivas o predecibles, lo que dará rigidez al problema. Esto significa que será necesario utilizar contratos inteligentes más complejos para ir regulando la relación contractual que se haya definido en un primer lugar, lo que puede ocasionar problemas, si atendemos al siguiente reto.
- Falta de adaptación al cambio: Una de las características de los Smart Contracts es la imposibilidad de modificación y adaptación a condiciones cambiantes. Los contratos presentan un alto nivel de seguridad en lo que se refiere a integridad, ya que son inmutables.
No obstante, esto implica que sería necesario incluir mecanismos que permitan, siempre de acuerdo a la voluntad de las dos partes, adaptar, mejorar, modificar o cambiar aspectos de los contratos,defendiendo principalmente la libertad de pacto existente en nuestro derecho actual, y haciendo posible la adaptación de los acuerdos a las circunstancias y voluntades cada día más volátiles. - Existencia de diferentes legislaciones a las que atender: Algunos expertos señalan que uno de los principales problemas a los que se enfrentarán estos contratos inteligentes es a la distinta realidad jurídica existente en los diferentes países donde las personas o empresas podrán o necesitarán contratar. Sin duda, no sólo habrá que tener en cuenta la diferente legislación a nivel internacional, sino que también habrá que atender a la legislación existente a nivel sectorial, ya que pueden ofrecernos restricciones a respetar para que con la implementación de contratos inteligentes,el resultado que se espera obtener no lesione otros derechos o libertades.
- Desarrollo del IoT: Quizás, un aspecto clave en el desarrollo de estos contratos inteligentes va ligado al desarrollo del IoT, ya que cuando se mencionan ejemplos prácticos de las bondades de estos contratos, siempre suelen destacarse los efectos prácticos que los mismos podrían tener sobre objetos que, actualmente y de forma general, no están conectados. De ahí que el desarrollo de estas dos materias esté bastante relacionado.
Por todo ello, todavía quedan muchas cosas por definir, y mucho trabajo por delante. Por el momento, los profesionales jurídicos seguirán teniendo bastante trabajo en la configuración, revisión e interpretación de los contratos, al contrario de lo que algunas teorías apocalípticas ya están proclamando, “a toda vela”, acerca de la innecesaria aportación de un profesional del campo legal. De hecho, debemos de tener en cuenta que los contratos inteligentes son realmente la ejecución del contrato, la ejecución de unas reglas predefinidas y configuradas, por lo que el inmenso trabajo que antecede a dicha ejecución, especialmente en la configuración de la relación (sistemática en algunos casos, y no tan sistemática en otros), será una labor que deberá ser llevada a cabo por profesionales de perfil jurídico y de perfil técnico que, como en todos los ámbitos de nuestra vida, deberán trabajar conjuntamente en la “previsión” más que en la “reacción”, adaptándose y aprovechando las ventajas que bridan las nuevas tecnologías.
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